miércoles, 9 de junio de 2010

Eugenio Barba. Cultura del cuerpo.




En las culturas orientales no existe la distinción entre “teatro” y “danza”; muchas de las prácticas orientales desde un punto de vista correcto se definirían como danzas (nosotros las llamamos teatro para nuestra comodidad). Esto ha permitido que hayan servido de referencia tanto para el teatro como para la danza moderna occidental.


Hay que darse cuenta de que la diferencia consiste en otra cultura del cuerpo: otra manera de mover el peso en el espacio, premisa necesaria cuando nos acercamos al kathakali: forma de espectáculo que comenzó a desarrollarse en Kerala (al su de la India, y basada en episodios epopéyicos hindús: el Mahabharata y el Ramayana.

Todos los roles, tanto masculinos como femeninos, son ejecutados por hombres.


El actor kathakali interpreta largas historias míticas de guerra, amor, maleficios y manifestaciones divinas a través de una compleja serie de movimientos fijados por la tradición; un verdadero vocabulario, una lengua con su gramática y su sintaxis: precisas expresiones faciales, gestos de manos (mudras)...

La palabra no es rechazada: la historia se relata a través del canto de dos integrantes de la orquesta. El relato es la base para el segundo y más complejo estadio de información: el actor encarna el relato con la totalidad de su presencia física y al mismo tiempo se distancia del relato verbal que lo acompaña.

Aunque no conozcas el lenguaje de gestos del actor, te puedes quedar sorprendido (a nivel sensorial) de la lógica con la cual el actor habla con todo su cuerpo. Lógica que responde a la cultura del cuerpo y sigue unas reglas muy precisas.

Existe una tendencia del actor a realizar amplios movimientos circulares con las manos y el torso. En el kathakali hindú, como todos los demás teatro orientales, se revela conocimiento a la dialéctica misma de la “vida”: quiere que cada una de sus manifestaciones se base sobre una oposición. Lo fundamental es aquella entre nuestro peso con su fuerza de gravedad que nos lleva hacia el suelo y nuestra columna vertebral que transforma el peso en energía que incide al exterior.


Acercarse al kathakali es la posibilidad de comparar nuestra cultura del cuerpo con otra: nos hace ver la incapacidad de nuestra cultura de hacernos estar presentes con toda la energía que poseemos: hasta en la inmovilidad, que también es acción, signo de vida.


Occidente divide la conciencia de nosotros mismo entre el cuerpo y otra parte de nosotros, cuando en realidad nuestro yo "físico" y "espiritual", es nuestro cuerpo.

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